Melena de león.
- MajaMundos
- 20 oct 2022
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 21 oct 2022
Después de mucho tiempo (unos 4 años) me animo a escribir en este blog. Había decidido cerrarlo, a pesar de que me encantaba dedicarle tiempo, por el simple acoso de algunos usuarios que se dedicaron a criticar mi forma de escribir, mi nacionalidad y mi forma de vivir. Sin embargo, creo que es hora de enfrentar todo ese mal haciendo lo que más me gusta: expresarme mediante la escritura.
Quiero comenzar esta nueva aventura con un tema en apariencia sencillo, pero más complicado de lo que parece: Mi cabello. Sí. Mi melena de león. Mi pelo grueso, esponjoso y negro. ¿Por qué empezar por algo tan trivial? Porque creo que las personas en general no notamos cuando nos acompaña o nos abandona con el tiempo, es algo que nos complementa o nos falta, que a veces no soportamos; algo que necesitamos para sentirnos seguras e, incluso, para identificarnos con alguna cultura.
Desde mi perspectiva personal, me gustaría que sepan la historia del mío. Quizás todos tengamos una y si me la quieres contar eres libre de hacerlo. En primer lugar, nací en un hogar muy práctico, mis hermanos ya eran mayores cuando nací y mi mamá tenía que repartirse en tres. Asimismo, mi papá amaba el pelo corto. Por eso me lo cortaban pequeñito todo el tiempo y siempre les gustó. Por otro lado, cuando uno es pequeño es fácil contagiarse de piojos y creo que yo también haría lo mismo.

El caso es que con el tiempo mi cabello empezó a crecer, sin que naciera en mí el concepto de peinarlo. Era un leoncito. En un principio, eso no me importaba, pero a medida que iba creciendo , las comparaciones y comentarios empezaron.
Decían que mi pelo era feo , extraño, salvaje. Y aunque a diario me mostraba indiferente ante ellos, me fue imposible ignorarlos.
Cuando era adolescente, dentro de todas las cosas que me habían podido suceder con gente de mi edad, una profesora decidió hacer un lindo concurso de belleza en plena clase. Nunca se me va a olvidar ese día.
Llamó a cada chica del salón, una por una. A la primera le dijo que sus ojos eran tan bonitos que le auguraban un matrimonio feliz y temprano, además de una vida llena de triunfos. A la segunda le dijo que su color de piel tan blanco y su brillante sonrisa conquistarían el mundo entero. Cada halago de la maestra y cada risa cómplice de mis compañeras me hacían presentir lo peor. Quería irme corriendo, pero no podía moverme. ¿Qué iba a decir de mí? ¿Qué diría de mi pelo? ¿Cómo iba a interpretar su caótica armonía, su negrura que parecía atrapar la luz, su deseo de crecer en libertad? ¿Podría salir delante de todos a sonreír y aceptar lo que ella me diga sin desplomarme?
Hasta que la profesora me llamó. Cuando llegué hasta ella, me miró con un exceso de condescendencia y dijo: "María Alejandra, qué pena que no seas bonita y que nunca estés peinada. Con lo inteligente que eres tendrás un buen trabajo, pero no creo que tengas nunca un novio. Tendrás que prepararte para quedarte sola."
No quise volver a clases nunca más.
Mi mamá no entendía mi actitud, así que me vi obligada a contarle el motivo. Bastó escuchar lo que le dije para que fuera al colegio con las garras desenfundadas. No pasó mucho tiempo para que despidieran a la profesora. Pero su desgracia personal no me consoló. No tendría por qué. El efecto de sus palabras había trascendido cualquier sanción y mi corazón ya estaba roto.
Con toda la vergüenza del mundo, tuve que ir a terapia. Pasar largas horas para entender quién era yo. Para entender a mi melena de león.

A veces el amor es un aprendizaje. Con el tiempo he aprendido a querer a mi cabello. Con su oscuridad. Con su rebeldía. Aunque no faltan días en que quiero raparlo, hacerlo desaparecer. Creo que alguna vez lo intenté. El chico que me atendió en la peluquería me salvó de terminar como Britney Spears en sus épocas de crisis. Me dijo que no lo cortara, que muchas darían todo por tener un pelo como el mío.
Sin embargo, aún hoy la gente habla de él diciendo que está muy largo, que me lo corte. A veces simplemente lo tocan como si se tratara de un objeto exótico y lejano. Cuando eso sucede, vuelve esa niña que no sabe por qué la gente opina sobre cualquier cosa (la apariencia, el cabello, el peso, la ropa, el poder adquisitivo y un infinito etcétera) sin un mínimo de empatía. Sin procurar entender al otro. Nadie conoce el motivo por el que uno ha decidido verse de una u otra manera. Pero cada día intento ser yo misma y, a mi manera, quererme. Siempre resulta complicado. Es difícil esconder mi parte de león.
Profesora X: Usted tenía razón: Soy muy inteligente y gracias a eso pude obtener un título, dos masters, hacer voluntariado, hablar idiomas, viajar a más de 15 países y de seguro seguiré logrando todo lo que me proponga en el tiempo, pero también me fue bien en otras cosas que usted no consideró en su momento, como lo de crecer con principios, valores y ser una buena persona. Algo que debió enseñarnos a todos en la escuela. Espero pueda leerlo en donde esté.
Woooo son experiencias... de la que uno aprende... aunq muy incomodo fue en su momento con tu fortaleza no te dejo caer.., Bendiciones ☺️
Hola, si pudieras decirme si te conozco lo agradecería mucho jeje. Muchas gracias por tus consejos y palabras.
A mi me parece lindo que tengas el cabello asi, ten en cuenta que hay cosas que son puramente subgetivas. Saludos Maja, no dejes de escribir.
Hola Maja, disfruté mucho leyendo este blog. No deberías hacerle caso a la gente que dice que no deberías escribir, sobretodo si te atacan con temas tan triviales como la nacionalidad (gente imbecil hay en todas partes). He aprendido, con el tiempo, que los comentarios y críticas de otras personas no son importantes (sobre todo si no es una crítica constructiva ni bien argumentanda) debemos querernos como somos al final lo más lindo de una persona es su personalidad y carisma, y creo que tú tienes una personalidad excelente. saludos Maja!